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    Profesor Adjunto a Cargo de Cátedra: Lic. Ricardo Bocos
    Jefe de Trabajos Prácticos:Dra. Mariana Bonano
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    Auxiliar Docente: Dra. Carolina Sánchez
    Auxiliar Docente: Lic. Indalecio Sánchez
    Auxiliar Docente de 2°: Ricardo R. Silva

Crusoe Moderno

Por Julián Miana

Profesora  a cargo: Mariana Bonano

La sociedad, los tiempos, lo valores, las prioridades, todo ha cambiado. Ese código de valores que anteponía el esfuerzo, la honradez y el honor, el mismo que llevó a ese joven Crusoe a buscar todos los métodos necesarios para sobrevivir se ha extinto y con él, la historia de lucha y muchas otras  historias que se transforman en historias o más bien cuentos graciosos sobre oportunismos y aprovechamiento (en el mal sentido) de situaciones.

Cuando Robinson Crusoe se encontró atrapado en aquella isla sin ningún tipo de vía de escape, luchó contra la fuerza más implacable (la de la naturaleza) y logró sobrevivir. Su historia es un fiel ejemplo de lo que el trabajo duro permite lograr. Hoy en día sin embargo, quien quedase atrapado en una isla, moriría no bien pasada la primera semana. Ese prisionero contemporáneo no hubiese buscado ni una fuente de alimentos, ni hubiese fabricado una casa con hojas de palmera para protegerse de la lluvia; no, esta persona, este individuo tecnológico hubiese buscado señal para el celular para pedir ayuda  y hubiese muerto esperándola, porque construir una casa, o buscar comida son tareas demasiado arduas para nuestro limitado intelecto moderno.

¿Qué más podemos esperar?

A nadie educamos para trabajar, ni para luchar, ni para perseguir un objetivo. Educamos a todos y cada uno para buscar la oportunidad más fácil para salir airoso.

Las escuelas para empezar, educan a nuestros jóvenes para acostumbrarse a segundas, terceras y cuartas oportunidades que en la vida no existen.  Adolescentes, pre-adolescentes y niños ya han perdido el concepto de lo que significa el colegio y lo ven solo como un lugar donde tienen que ir a pasar la mañana o la tarde. Ninguno de estos tres grupos piensa en el colegio como un lugar de aprendizaje, solamente saben que tienen que leer los libros y estudiar “para aprobar” está mal visto estudiar más de la cuenta. Ya llegamos a un punto en el que desgraciadamente ni siquiera estudian lo justo, sino menos que ello.

“¿Para qué estudiar si podemos pasar todo el año divirtiéndonos y solamente PERDER tres meses estudiando?” ese es el consenso popular entre los jóvenes.

Y lo más triste es que lo poco que se les “exige” no es suficiente. Las escuelas han demostrado una baja de nivel increíble en las últimas décadas, y no está en vista mejorar.

Mas bajan el nivel los colegios y más chicos desertan o repiten el año y así sucesivamente hasta llegar a un hipotético caos académico donde nadie sabe nada y nadie exige nada.

Pero el problema no termina en el colegio. En los hogares, cada día los padres nuevos y los padres viejos pierden batallas contra hijos adolescentes y pre-adolescentes que no pueden controlar. Los padres nuevos, son aquellos también adolescentes que tienen hijos, como sus padres no les impusieron limites ellos no saben ponerlos. Los padres viejos son aquellos padres con suficiente edad para poder poner freno a sus hijos, pero no lo hacen; nadie lo hace.

A la vez, son estos mismos padres los que educan a sus hijos bajo la premisa de que el trabajo fácil es lo mejor. Les  inculcan que mientras menos trabajen mejor van a vivir y que traten de aprovechar cada oportunidad y no de sacarle provecho.

Finalmente tenemos a la educadora por excelencia: la televisión.

La caja boba ha estado en nuestro living ya 50 años, ha acompañado a muchas generaciones durante almuerzos, cenas, mañanas y tardes, y había mostrado ser buena compañera, como la radio. Pero hoy no es así.

Como todas las cosas que han cambiado, la tv también cambió, y éste fue más un retroceso que un avance.

Hoy la tv más que ser una compañera ha pasado a ser una terrible enemiga de cualquier padre con un código moral básico; estereotipos, prejuicios, fama, dinero fácil, anti valores, son algunas cosas que hoy en día se muestran.

Con ellos en pantalla el joven receptor que los recibe, que puede llegar a pasar muchas horas  frente a ella, interpreta como puede ya que la educación no ayuda y los padres tampoco.

Modelos sin respeto por sí mismas para ganar fama, hombres homosexuales o incluso travestis que se muestran en escenas dignas de una época de decadencia, presentadores, periodistas, actores y actrices que generan escándalos, todo por ser mencionados en alguna pagina de cualquier revista. Todos buscando sus quince minutos de fama.

¿Cuál es el mensaje? Aquello que se disfrute, aquello que sea fácil y que genere dinero es lo único que debe hacerse. El resto no.

Entonces, habiendo contemplado semejante panorama y, tristemente, uno tan amplio. ¿Cómo podemos esperar que nuestro Crusoe moderno no se muera de hambre, frio o inanición? ¿Cómo podemos pretender que ese joven, viejo, adulto, culto, inculto o con medio cerebro busque otra cosa que pedir ayuda?

Ni si quiera somos capaces de ganarnos el pan del día sin ayuda. ¿Cómo salir de la isla en la que estamos atrapados?

¿Fue la esclavitud realmente abolida?

Por Julián Miana

Profesor a cargo: Mariana Bonano

Siglo XXI, hoy todos los individuos de la mayoría de las naciones gozamos de libertad; libertad de mercado, de política, de credo, de pensamiento, por nombrar algunas.

Hoy por hoy, en la era de la información, habiendo el hombre llegado hasta fronteras que hace meramente 100 años se pensaban imposibles, todavía no ha llegado a su estado de libertad.

De esclavitud podemos hablar desde el inicio de los tiempos. Los egipcios por ejemplo, tenían de esclavos a los israelitas, o los griegos y los romanos, con sus esclavos bárbaros, que no sólo usaban para trabajos forzados como arar o limpiar sino que los usaban como línea frontal en el ejército. Obviamente, nadie que formara parte del cuerpo de “esclavos” podía participar en las decisiones del gobierno o del estado.

Con la llegada del hombre blanco, vemos un paso agigantado del fenómeno de la esclavitud, apoderándose éste de todo un continente, y por supuesto, tomando a toda la población como suya.

En la modernidad vemos un tipo de esclavitud más “doméstico”, con los esclavos traídos de principalmente de África, los cuales eran destinados a trabajar en las casas de sus dueños por salarios mínimos y un “nido de ratas” para dormir.

Se abolió la esclavitud hace ya dos siglos en la mayoría de las naciones. Poseer esclavos se tornó ilegal, y sólo mantenemos recuerdo de esa vergüenza para la humanidad, a través de los reclamos de los descendientes de aquellos esclavos traídos de África, que reclaman compensaciones de parte de las familias que mantenían cautivos a sus antepasados. Esa gente que aun recuerda cómo sus antepasados fueron golpeados, forzados a trabajos y rebajados, no solo por sus “dueños” sino por estados enteros

Pero, con todas las libertades que contamos tomadas en cuenta ¿podemos decir que realmente somos libres?

El hombre del siglo XXI se ve condenado a la esclavitud, por una fuerte suma de factores, tanto sociales, políticos y económicos.

“Bueno, la mayoría  Debemos estudiar… Ya, ahí no somos libres de hacerlo o no, porque si no estudiamos «no tenemos futuro”.  También hay que comportarse de cierta manera para que no haya rechazo social  y bueno, hay que trabajar o mueres de hambre, y bueno,  eso dista del concepto de libertad”- Dice Amelia, de 15 años.

“Básicamente el hombre siempre es preso de sus propios pensamientos, siempre se está auto oprimiendo; mas allá de que tenga una libertad social el hombre es prisionero de sí mismo. La sociedad actúa desde la exclusión social a través de: la discriminación racial, étnica, musical inclusive” – Dice Raidy, un estudiante de 18 años.

Hoy en día, tenemos a nuestro cargo distintas responsabilidades que cercenan nuestra libertad. La responsabilidad de tener un trabajo, por ejemplo, con el cual generar un ingreso para poder alimentarnos. Ese trabajo posee horarios que deberemos cumplir si queremos mantenerlo los cuales usualmente son estrictos y consumen gran parte de nuestro día. Al tener que cumplir nuestros horarios, andamos de aquí para allá corriendo para poder llegar temprano, y al volver generalmente lo hacemos tan cansados que sólo queremos cenar y dormir.

Pero no sólo las responsabilidades de esta era tienden a esclavizarnos; el hombre se rodea de constantes factores que lo condicionan como hombre libre. La televisión por ejemplo, ampliamente criticada en “la resistencia” de Ernesto Sábato. Dice Sábato:

«…Trágicamente, el hombre está perdiendo el diálogo con los demás y el reconocimiento del mundo que lo rodea, siendo que es allí donde se dan el encuentro, la posibilidad del amor, los gestos supremos de la vida.
Las palabras de la mesa, incluso las discusiones o enojos, parecen ya reemplazados por la visión hipnótica. La televisión nos tantaliza, quedamos como prendados de ella. Este efecto entre mági co y maléfico es obra, creo, del exceso de la luz. No puedo menos que recordar ese mismo efecto que produce la luz en los insectos, y aun en los grandes animales. Y entonces, no sólo nos cuesta abandonarla, sino que también perdemos la capacidad de ver lo cotidiano […] Muchas veces me ha sorprendido cómo vemos mejor los paisajes en las películas que en la realidad.
[…] Lo paradójico es que a través de esa pantalla parecemos estar conectados con el mundo entero, cuando en realidad nos arranca la posibilidad de convivir humanamente…»  y lo que es tan grave como esto nos predispone a la abulia. Irónicamente he dicho en entrevistas que ‘la televisión es el opio del pueblo’ modificando la famosa frase de Marx. Pero lo creo, uno va quedando aletargado delante de la pantalla, y aunque no encuentre nada de lo que busca lo mismo se queda ahí, incapaz de levantarse y hacer algo bueno…»

Así finalmente podemos mencionar a las drogas y el alcohol. El alcohol, por ejemplo, provoca 2,3 millones de muertes al año en el mundo, y las drogas toman 5 millones de vidas anualmente a nivel mundial.

Todos estos factores que nos mantienen en condición de esclavos se deben al temor del hombre a ser excluido socialmente. Esa exclusión social en la mayoría de los casos conlleva al aislamiento y a la depresión. A eso es lo que el hombre teme, y por eso está listo para dejar ir su libertad, venderla, cambiarla, torcerla  a cambio de masificarse, camuflarse en el grupo, pertenecer a él.

Por eso decimos que la personalidad tiene gran influencia en el ejercicio de la libertad; una persona que carece de identidad es tan fácilmente manipulable, al no tener nada sobre lo que apoyase. Y al ser manipulada va perdiendo progresivamente su libertad (como dijimos) en pos de no generar su exclusión social, y poder pertenecer a la masa.

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